La traducción de etiquetas cosméticas es una tarea mucho más compleja de lo que parece. No se trata solo de trasladar un texto de un idioma a otro, sino de cumplir con normativas específicas, reflejar con precisión la composición del producto y mantener la coherencia de marca. Un error en esta fase puede tener consecuencias legales, dañar la reputación de una empresa o incluso poner en riesgo la salud del consumidor. ¿Quieres saber cómo evitar errores en la traducción de los INCI? En este artículo te lo explicamos.
¿Qué es el INCI?
El INCI (International Nomenclature of Cosmetic Ingredients) es la nomenclatura internacional de ingredientes cosméticos. Se trata de una lista estandarizada que permite identificar de forma universal las sustancias que componen un producto cosmético. En Europa, el uso del INCI es obligatorio según el Reglamento (CE) nº 1223/2009, lo que garantiza que el consumidor pueda conocer con precisión qué contiene cada producto.

Los ingredientes se indican en orden decreciente de concentración, y su denominación sigue unas reglas internacionales. Esto significa que los nombres botánicos se escriben en latín, las sustancias químicas en inglés, y algunas categorías (como colorantes) tienen códigos específicos.
5 errores frecuentes en la traducción de etiquetas cosméticas
Aunque el INCI no se traduce como tal, la etiqueta sí incluye otros elementos que requieren una traducción cosmética y técnica precisa. Es importante conocer los errores más frecuentes paraponerles remedio y evitar que uno de ellos arruine todo un producto.
1- Traducción literal de términos técnicos o marketing claims
Expresiones como “paraben-free”, “cruelty-free” o “dermatologically tested” deben adaptarse según el idioma y la legislación local. Un error puede inducir a engaño o incumplir la normativa.
2- Uso incorrecto del nombre INCI
Algunos traductores no especializados (de ahí la importancia de contar con traductores especializados en este ámbito) confunden los nombres comerciales con los nombres INCI. Por ejemplo, “Ácido Hialurónico” debe aparecer como Sodium Hyaluronate o Hyaluronic Acid, según el caso.
3- Errores de consistencia entre versiones lingüísticas
Cuando un mismo producto se distribuye en varios países, la etiqueta debe mantener coherencia terminológica y de formato en todos los idiomas. Inconsistencias pueden generar desconfianza o rechazo en auditorías regulatorias.

4- Omisión de advertencias o condiciones de uso
La información de seguridad (p. ej. “evitar el contacto con los ojos”) debe figurar en el idioma oficial del país de venta. Su omisión puede acarrear sanciones.
5- Errores tipográficos o de maquetación
Un error mínimo en la ortografía o el orden de los ingredientes puede alterar el sentido del texto o incumplir el formato legal exigido.
Buenas prácticas para traducir cosméticos
Para evitar estos errores, es esencial seguir un proceso riguroso. El primer paso para tener éxito en la traducción de etiquetas cosméticas es contar con traductores especializados en cosmética y normativa europea. No basta con dominar el idioma, sino que el profesional debe conocer el Reglamento (CE) nº 1223/2009, las directrices de la Comisión Europea y los requisitos de etiquetado específicos de cada mercado. Esta formación garantiza que la traducción sea fiel al texto original y cumpla con la legislación vigente.
Otro aspecto clave es mantener un glosario terminológico validado, que incluya los nombres INCI, las expresiones de marketing autorizadas y los términos técnicos habituales. Este recurso asegura la coherencia entre productos, evita discrepancias terminológicas y permite mantener una identidad lingüística uniforme en toda la gama cosmética.

Asimismo, es fundamental revisar la coherencia entre el envase, el folleto y el registro CPNP (Cosmetic Products Notification Portal). Toda la información del producto debe coincidir en todas las versiones lingüísticas, ya que cualquier diferencia puede generar confusión en el consumidor o problemas durante las inspecciones regulatorias.
Finalmente, se recomienda realizar una revisión final por parte de un experto en compliance cosmético. Esta última fase es crucial para detectar posibles errores que podrían pasar desapercibidos en una revisión puramente lingüística. Un especialista en cumplimiento normativo no solo revisa el contenido desde el punto de vista legal, sino que también garantiza que el etiquetado cumpla con los estándares de seguridad y transparencia exigidos por la industria.
En definitiva, recuerda que una etiqueta bien traducida no solo comunica, también protege a la marca, al consumidor y al mercado.

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